miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Aló?


—¿Aló?
— Hola, ¿está Joseph?
—Sí, ¿de parte de quién?
—Eso no importa, usted verá que no, lo vendrá descubriendo de a pocos.
—No tengo tiempo para tonterías, colgaré.
—No, por favor
—...


—¿Aló?
—Hola...
—¿Usted de nuevo?
—Sí
—¿Ya me dirá su nombre?
—No
—¿Entonces?
—Pero, hombre, no sea así
—Chau.




—Hola otra vez.
—Por Dios, pero qué molesto eres, quienquiera que seas
—¿No quieres averiguarlo?
—Bah.
—Joseph, por favor, no cortes ahora, ya no...
—Ajá...
—Después te diré mi nombre, te lo prometo.
—¿Cuándo?
—Después, no te desesperes.
—¿A qué viene tanto misterio?
—Es que te conozco.
—¿Y yo te conozco a ti?
—Sí, pero menos
—¿Desde cuándo?
—Desde hace bastante tiempo, ¿te acuerdas cuando cumpliste 13? El 4 de octubre de 2009
—¿Me conoces desde ahí?
—Desde mucho antes, pero, ¿te acuerdas de ese día?
—No sé. Nada fuera de lo común, supongo. Lo habré pasado con la familia.
—¿En la casa de Pisco?
—Sí, creo
—¿En la calle Barrio Nuevo 157?
—Qué precisión, ¿se puede saber quién pelotas eres?
—En aquel cumpleaños estuve presente, todos comimos torta que hizo tu vieja
—Wow, cómo extraño esas tortas, hace buen tiempo que no pruebo alguna
—Sí, tu madre siempre las ha hecho deliciosas.
—Vaya que sí, tienes razón, pero, ¿por qué voy a hablar de estos u otros temas contigo?
—Porque tienes la necesidad de hacerlo con alguien.
—Sí, tal vez, pero nunca con un desconocido.
—No soy un desconocido- Ya verás.
—Pero es lo mismo, es como si lo fueras, ni siquiera sé tu nombre.
—Ok, vamos, empieza con J
—¿Eres Jesús Advíncula?
—Frío como un oso polar.
—¿Julio Vera?, ¿eres tú, maldito?
—Me congelo...
—¿Jamir Hernández?
—Bajo cero...
—¿José Rojas?
—Bueno, tibio...
—Así que eres José Rojas...
—No, no, digo tibio porque me llamo Joseph
—Ah. mira, tocayos, esto sí que no lo esperaba
—Más o menos tocayos
—¿Joseph con j, s, p y h o cómo?
—Vamos, no importa cómo esté escrito, lo que importa es cómo suena.
—¿Joseph Martínez?
—Lejos.
—¿Joseph Herrera?
—Congelado.
—¿Joseph?, no conozco más Joseph's
—¿Estás seguro?
—Por lo menos no que yo recuerde.
—¿Te duele la espalda, como te dolía antes?
—Ahora no.
—¿Y anoche?
— Tampoco. Lo que sí me dolió anoche fue la cabeza. Fuerte. Muy fuerte. Hubo un momento en que pensé que perdería la conciencia.
—Ten cuidado, no la pierdas, ¿sabes que para eso no hay repuestos, no?
—¿Y no la habrás perdido?
—Creo que no. Me sentí muy extraño
—¿Y ahora?
—También, pero más lúcido, mucho más lúcido
—Eso es bueno.
—Y bien, tocayo, quiero saber tu nombre completo, ¿te parece?
—Ah, claro, por qué no, soy Joseph Ladrón de Guevara Coca.
—Vamos, no molestes, Joseph Ladrón de Guevara soy yo.
—Ah, o sea que somos, ¿cómo se dice? homónimos.
—¡Joseph Ladrón de Guevara soy yo!
—Por favor, tranquilo, no grites.
—¡Joseph Ladrón de Guevara soy yo!
—Eras.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Geografías


«Soy el único superviviente del desastre. Todo ha acabado. La gran gruta, que solía ser nuestro hogar, nuestro refugio, se ha inundado con el Líquido Infinito. Se ha destruido. Nuestro mundo se ha terminado. Ya no tenemos (tengo) nada, solo el miedo infinito y el dolor. Ahora camino sobre la piedra llana y no logro distinguir aún en el horizonte nuevas tierras. Solo veo más y más roca plana, y detrás de mí desaparecen tristes los escombros de lo que fue mi colonia, mi familia, mi pueblo. Solo queda un enorme hoyo mojado y los cadáveres de todos mis familiares, amigos, conocidos... Hace calor, ya que salí del Gran Campo de Sombra Verde, de lo mío, de mi lugar. No tengo nada que comer, ya no están mis amigos, ya no tengo con quién cargar un Demonio Negro, nuestro alimento.
(...) No dejo de pensar en lo que pasó, pero qué puedo hacer ahora, realmente ¿qué puede hacer aquel que vio desaparecer a su pueblo, a sus amigos, a sus compañeros de caminata-larga-caminata?, ¿qué debe hacer aquel que vio morir todo lo que conocía bajo la tranquila furia del

jueves, 17 de octubre de 2013

El lavadero

Aquella vez despertó mareado y sofocado por el calor de la noche. Al abrir por completo los ojos no tenía idea de qué hora fuera, o qué día, parecía haber dejado en su lecho algo como una piel ulterior, un manto o una sábana cutánea. Fue al baño, encendió el parpadeante foquito blanco y se lavó lentamente, como acariciando el agua. Dejó que recorra su cuello y se inmiscuya entre sus cabellos, se mojó el pijama, se refrescó de tanto bochorno y de tanto sopor. Se miró en el espejo manchado: el

miércoles, 16 de octubre de 2013

La noche de los ojos abiertos

Y bueno, parece que es así, que te has ido diciendo que me vaya al cuerno, que te largas y no sé qué cosas más, una de esas frases de entre noche, que saben a galleta de soda mojada, a parpadeo infinito, casi siempre a oscuras y tenue la luz naranja del alumbrado público, porque hace tanto que apenas te escucho desde adentro de mis ojos cerrados, en este vaivén, en este dormir y no dormir. Entonces está bien, qué me interesa que te hayas ido, que ya te hayas subido a algún ómnibus o que aún andes en algún puente peatonal, mirando los autos y sus luces que forman líneas paralelas con sus faros, pero eso no es cierto porque estás aquí, rozándome, durmiendo y respirando a medias, y entonces no te

domingo, 6 de octubre de 2013

Tobillos

Lo que viene a continuación es una tarea de un curso de narrativa, tuve que hacer un cuento que esté escrito en segunda persona, ambientado en la época del crac del 2008 y que contenga las palabras casa, arroz, ornitorrinco,sangre,prostíbulo y Machu Picchu.
Por cierto, no soy un fetichista ni vendo binoculares en el Parque de las Leyendas.

Usted hizo las cosas con tanta limpieza que ni siquiera la muerta ni la sangre hubieran podido culparle. Pero cómo no hacerlo así, con tanta frialdad. Estaba usted harto de vender binoculares,

jueves, 26 de septiembre de 2013

jueves, 29 de agosto de 2013

Puente peatonal

Mira, mira los autos y sus luces y cómo se mueven uno detrás del otro, cómo se mueven como dibujando lineas paralelas con sus faros, chillando, rugiendo, avanzando a paso sostenido sobre el asfalto cubierto de sereno y gotas de lluvia. Mira, mira cómo sus llantas giran y giran, mira cómo sus

lunes, 22 de abril de 2013

Odio las peluquerías-

Cómo odio las peluquerías.

Sí, esas habitaciones generalmente pequeñas en que las sillas giratorias se erigen como tronos, como monumentos al narcisismo—siempre sitas frente a espejos—, y sobre cuyas paredes está infaltable el diplomita de cualquier instituto cercano y el certificado de funcionamiento, horrorosamente plasmados en las paredes como sentencias premeditadas. Aquellos catálogos rellenos de fotos de

sábado, 6 de abril de 2013

¿Sé verla al revés?

ACHTUNG! Ich ankam. kleines.


Sí, llegué y solo para explicarles algo: ¿Por qué Sé verla al revés? ¿Qué intento con este blog? ¿A quién le importan los vómitos líricos de Joseph? y así...
Bueeeeno, va:

El nombre del blog, Sé verla al revés, surgió de una de mis pequeñas pasiones: los palíndromos. Un palíndromo es una frase que se lee de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Me gusta confeccionar palíndromos, claro está. Así, Sé verla al revés es un palíndromo que descubrí—porque dudo que haya sido el primero en "crearlo"— y bueno, eso y estotro, quedó como nombre.

Ahora, Sé verla al revés es un blog, evidentemente, pero es más una bitácora, un diario—llamándolo de la manera más pinky—; ese sitio en el que dejo escritas las situaciones, ideas, poesía barata (mía) y delirios que aparecen volátiles en mi mente, para no perderlos y además para compartirlos con mis 3 lectores. Y bueno, no es nada académico, lo lamento, leoncitos.

Y eso fue todo por hoy, marinos; miren el cielo y lean mucho. Un abrazo desde London Town.




El Sámuel y yo, déjennos ver tevé.