sábado, 2 de noviembre de 2013

Geografías


«Soy el único superviviente del desastre. Todo ha acabado. La gran gruta, que solía ser nuestro hogar, nuestro refugio, se ha inundado con el Líquido Infinito. Se ha destruido. Nuestro mundo se ha terminado. Ya no tenemos (tengo) nada, solo el miedo infinito y el dolor. Ahora camino sobre la piedra llana y no logro distinguir aún en el horizonte nuevas tierras. Solo veo más y más roca plana, y detrás de mí desaparecen tristes los escombros de lo que fue mi colonia, mi familia, mi pueblo. Solo queda un enorme hoyo mojado y los cadáveres de todos mis familiares, amigos, conocidos... Hace calor, ya que salí del Gran Campo de Sombra Verde, de lo mío, de mi lugar. No tengo nada que comer, ya no están mis amigos, ya no tengo con quién cargar un Demonio Negro, nuestro alimento.
(...) No dejo de pensar en lo que pasó, pero qué puedo hacer ahora, realmente ¿qué puede hacer aquel que vio desaparecer a su pueblo, a sus amigos, a sus compañeros de caminata-larga-caminata?, ¿qué debe hacer aquel que vio morir todo lo que conocía bajo la tranquila furia del
Líquido Infinito? No lo sé... He visto morir a muchos aplastados por una Enorme Superficie, presionados furiosamente contra la tierra por esas máquinas del terror. Otros intentaron ocultarse dentro de la colonia, pero fue inútil, el Líquido Infinito los alcanzó igual. (...) Todo empezó cuando regresaba de una las caminatas que suelo dar por las tardes. Como siempre, subí por el Muro, para ver a los Enormes Felinos que descansan tranquilos del otro lado. Me encanta ver cómo mueven sus largas colas, a veces me arriesgo y me acerco demasiado, los veo de cerca; a veces, debo confesar, me dejo arrastrar por el aire que produce el movimiento de sus colas. Es peligroso, pero divertido. Cuando volvía de mi paseo,vi que uno de los Inmenso Seres, armado de una Nube de Metal, se acercaba a mi colonia. Caminé lo más rápido que pude, grité, pero nadie notó mi proximidad ni mis advertencias. Cuando llegué al borde del Muro el Líquido Infinito ya estaba cayendo sobre la colonia. El Inmenso Ser, ahora usando una Serpiente Sin Final, dejaba caer sobre la Gran Sombra Verde grandes líneas de Líquido Infinito. Mis abuelos me habían hablado de eso. Cuando era pequeño, me contaban las historias de los Inmensos Seres, de cómo venían con sus Serpientes Sin Final a las Grandes Sombras Verdes y destruían nuestros senderos. Jamás me dijeron que fueran capaces de destruirlo todo así. Pero bueno, luego sucedió lo que sucedió. Se acabó todo. No me quedan más de treinta días de vida, así que contaré mi historia a todos los que me encuentre en mi camino. No entiendo cómo es que hablo de un camino, cuando no sé a dónde ir. Todos los senderos que conocía ya no existen. Todo lo que yo era ya no existe. Seguiré el camino recto»

Eruditos de todo el mundo han intentado interpretar este relato ancestral. Suelen asociar los nombres propios a conceptos tales como Dioses mitológicos y cosas por el estilo. Para Johann Antoine Beither, nominado a premio Nobel por sus aportes a la geografía moderna, se trata de una civilización antigua que, aparentemente, lidiaba con seres legendarios y deidades. Sin embargo, Josecito Paredes, eminente segundo puesto del tercer grado de educación primaria de la escuela pública del Asentamiento Humano Nueva Esperanza, dio una interpretación mucho más acertada para este mito. Él asegura que todo se trata de su mamá, la ña Enriqueta Paredes, mientras riega las plantas. Para él, el que narra es una hormiga; el Líquido Infinito es agua potable; la Enorme Superficie, la sandalia verde con florecitas diseño hawaiano de su madre; el Gran Campo de Sombra Verde, la despintada grama del jardincito que tanto atesora; un Demonio Negro, una araña; los Enormes Felinos, Michi y Garfield, los gatos de la casa; y la Serpiente Sin Final, su manguera verde plagada de parches de llanta. Curioso.



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